domingo, 19 de julio de 2009

Los radicales picaros. Por: Rubén Emilio Correa

LOS RADICALES PICAROS
Rubén Emilio Correa
Escrito en Salta el 18 de julio de dos mil nueve, a pocos días de conmemorarse un nuevo aniversario de la Revolución del Parque

Hace unos días el amigo Federico Nuñez Burgos escribió una simpática nota titulada LOS PICAROS RADICALES, adjudicaba a un grupo de picaros una cualidad, la de ser radicales. Por lo tanto, es posible pensar que hay picaros, peronistas, socialistas, pepeisistas, renovadores, etc. Es decir la naturaleza primigenia de esta especie de humanos es la de ser pícaros y luego radicales, aunque podrían ser otra cosa.
El término picaro, me hizo retrotraer a mi juventud, cuando en las clases de literatura nos regocijábamos leyendo el Lazarillo de Tormes o Tartufo de Molière, literatura que ridiculizaba los viejos ideales de la sociedad cortesana y clerical, y que en el caso del Lazarillo, ponía en el personaje aquella capacidad de sobrevivir de la manera más inmoral en un mundo donde se descomponían a pasos acelerado los antiguos ideales de la vida caballeresca. Literatura que encerraba una creativa crítica a la sociedad tardomedieval. El pícaro, personaje, sin moral, trotamundo, puesto a su suerte y hábil para manejarse en mil enredos enriqueció nuestra imaginación y rebeldías juveniles.
Con el paso de los años, fue más drámatico comprobar, como los picaros habían abandonado la ficción para convertirse en epicentro de una concepción que premiaba al inescrupuloso y celebraba el éxito individual, sin trepidar los medios
Releyendo la nota de Federico, Inmediatamente me surgió una pregunta ¿es lo mismo un ‘radical pícaro’ que un ‘picaro radical’?. Me parece que no, porque entonces un radical podría ser calificado de pícaro, menos picaros, más picaros, superpicaros en la medida que sea la expresión de una crítica al orden corrumpto constituido. Cuestión distinta sería un ‘picaro radical’ reproductor del orden moral corrompido.
Es cierto que el radicaismo emergió en un momento histórico de profunda crítica al orden material que el capitalismo impuso a fines del siglo XIX y que cien años después, una nueva crisis esta desbasstando los pilares del hipercapitalismo afectando todas las instituciones, incluido los partidos de principios y programas.
El partido radical, por ser histórico no es inmutable, aunque es indudable que está vertebrado por algunos imperativos categóricos enraizados en la dificil y tortuosa historia de las luchas por las libertades y la emancipación del género humano. Luchas guiadas por un profundo sentido ético, es decir, por la reflexión acerca de lo que esta bien o mal. De lo que se debe hacer o no. Reflexión que debe guiar no solo la acción pública, sino también la privada, pues es muy dificil para un militante radical, escindir lo público de lo privado, aún suponiendo que lo privado está librado a la conciencia individual, más los radicales sabemos que ésta no es otra cosa, que la emergencia de la conciencia colectiva en un momento histórico concreto y no al revés.
Un radical, es muy distinto a un pícaro radical, mientras el primero tiene una contención en la constitución histórica del radicalismo y la política como acción emancipadora, el pícaro radical, puede mutar en socialista, asesor peronista, candidato pepeisista, renovador o empleado del oficialismo de turno, pues su naturaleza es la de ser pícaro, después radical. De allí, mi amigo Federico, que en el estado actual de las cosas, es más dificil ser radical que pícaro.
También sabemos que los picaros están a cargo de las estrategias partidarias y han convertido al Acuerdo Cívico y Social en una convención de pícaros, no en el sentido de críticos sociales, sino más bien de hábiles supervivientes o en ‘picaros de cocina’, otra acepción que acepta el uso del término. En septiembre tendremos el veredico sobre las picardías y los pícaros radicales.
Un abrazo fraternal y radical
RUBÉN EMILIO CORREA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario